El periodista Paco Moreno, del Diario La Primera, entrevistó a Federico García, quien en los primeros días de enero, nos contó sobre los nuevos proyectos del Centro Cultural de San Marcos.
El cineasta-novelista-ensayista Federico García está muy emocionado. Hace unos meses, don Fico casi se encuentra con la muerte; pero ahora se ríe de este misterio. “Los cusqueños somos tercos y nos aferramos a la vida”, dice. Nos adelanta algunas gratas sorpresas que nos regalará el Centro Cultural de la Universidad de San Marcos en este año.
Hacia 2001, en una entrevista televisada, le preguntaron al entonces flamante presidente del Perú, Valentín Paniagua: ¿Señor presidente, quiénes son sus amigos más cercanos? El buen Paniagua, decente y pausado, no tuvo que recordar mucho y dijo: mis amigos más cercanos son el historiador José Tamayo y el cineasta Federico García.
Estas palabras del recordado ex presidente malograron la tranquilidad de la casa de Federico García (y la de José Tamayo, seguramente, también). Ocurre que después de esa respuesta del ex presidente el teléfono de la casa de don Fico no dejaba de sonar, tanto que tuvieron que descolgarlo.
“Empezaron a llamar no sólo amigos sino gente que creía que yo podía darles trabajo por mi amistad con el presidente”, recuerda don Fico en esta mañana soleada y tranquila. Habla pausadamente, haciendo gestos con las manos y de pronto se disculpa: “Tengo que hablar así porque me recupero de una afasia”, señala.
Resulta que hace meses le sacaron un quiste del cerebelo y la afasia fue una consecuencia de una delicada operación exitosa. “Siento como si hubiese regresado de la muerte”, dice. “Es que los cusqueños somos tercos y nos aferramos a la vida”, agrega. Calla, el silencio se dilata; luego susurra: “la vida, la vida” y uno siente que don Fico quiere hablar del Cusco, de su infancia.
Estamos en el Salón de Grados del Centro Cultural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (La Casona) sentados en las enormes sillas desde donde los miembros del jurado lanzaban preguntas al universitario en busca de su cartón de licenciado, maestro o doctor. Quiero que don Fico me cuente más sobre su infancia, pero él se sale del tema influenciado quizá por este salón hermoso.
“A este salón, y a todas las instalaciones de La Casona, han llegado y llegarán para regalarnos su conocimiento intelectuales como Mario Vargas Llosa, Armando Villanueva del Campo, Miguel Gutiérrez, gente de izquierda, de centro y hasta de la ultraderecha. La Universidad es un lugar donde deben confluir no sólo las tendencias políticas sino también las artísticas. Debe ser un lugar de debate a fin de conseguir conclusiones saludables”, dice y yo vuelvo con Valentín Paniagua.
Por otro camino
El niño Federico era muy amigo del niño Valentín en el colegio La Salle del Cusco, a donde acudían los pequeños de entonces a formarse bajo la fe católica para ser, en el futuro, los hombres que llevasen las riendas del país.
El niño Valentín cumplió bien el mandato, aunque sólo por un tiempo breve. Federico, a su vez, se enamoró de otros caminos. Dejó de lado el catolicismo, sintió que lo suyo era con los otros y empezó a soñar con la revolución. Tras dejar La Salle, quiso atrapar ese sueño.
Esto era compresible en aquel tiempo duro de dictaduras y guerrillas. Mas no hubo tal revolución, y el joven Federico, siempre interesado en mejorar las cosas a favor de los desfavorecidos, luchó democráticamente y (hasta ahora lo hace) desde dos frentes: la política y la cultura.
Nunca perdió la amistad de Paniagua, porque los años convirtieron al niño Federico en un hombre honesto, firme, claro en sus convicciones, solidario y profundamente democrático.
Hablar sobre la vida de don Fico por las cosas que hizo es difícil. A tantas actividades se dedica este hombre que nadie sabe cuál es su verdadera vocación. Lo conocemos como cineasta; él cree que es un hombre dedicado a la literatura; su pareja-compañera-asistente personal Pilar Roca piensa que es comunicador social nato. “Pero también estudié Medicina en la Universidad de San Antonio Abad”, aclara don Fico.
Revolución cultural
Lo cierto es que, sin descuidar las letras, don Fico, en los dos últimos años y medio ha hecho un loable trabajo en La Casona. La ha convertido quizá en el mejor centro cultural del país. Un verdadero espacio plural y democrático, donde se hacen tantas actividades (y muchas de ellas gratis) que la relación de todo no entra en esta nota y sugiero visiten esta dirección: www.ccsm-unmsm.edu.pe
–¿Qué se viene para el 2009, don Fico?
–La Casona, gracias a la cooperación española, está casi totalmente refaccionada. En unos siete meses estará listo un gran teatro con capacidad para 800 personas. Esa obra cerrará con broche de oro el extraordinario trabajo de recuperación de esta joya mundial de la cultura. Pero hay otra novedad.
–¿Cuál, don Fico?
–Más ratito. La Casona es la historia viva de la cultura del país. Guarda las huellas y la memoria de hombres como Raúl Porras Barrenechea, César Vallejo, Mario Vargas Llosa, Juan Gonzalo Rose, y tantos hombres realmente importantes para nuestro país.
A caminar
Don Fico es un hombre tan activo que en sus días de descanso descansa menos. En esta mañana, que debe estar en casa tomando desayuno, está aquí hablándonos de su trabajo, de sus proyectos. Propone que dejemos el Salón de Grados y empezamos a caminar. Pienso que ya me va a soltar la novedad.
–¿Cuál es la novedad, don Fico?
–Más ratito. Uno se puede perder en La Casona. Los patios son similares, los ambientes son parecidos. Yo me perdía al inicio, hace un año o quizá más. Ahora no. Ahí está el Patio de Letras; por allá el Patio de Derecho; por allá, el salón general. Vamos más allá. En ese lugar se hace folclor; por allá se hacen exposiciones de los trabajos de los pintores jóvenes; por allá trabajan los poetas, acá los chicos del Cine Arte; más allá, la gente de arqueología, música. Vamos a ver donde va a estar el teatro. Será una maravilla. Será un orgullo más para nuestra Universidad. Aquí será, aquí.
–Don Fico y la novedad.
–Un ratito.
Era una ruina
Regresamos a la puerta principal. La estructura bellísima de La Casona es un imán del asombro. Antes de la cooperación española era casi un cementerio, una ruina. Ahora es un gran centro cultural. Llegamos al Patio de Derecho y don Fico me detiene. “En este lugar Alfonso Barrantes soltó su gran discurso ante la llegada del presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon. ‘Esos desesperados, por darle la mano al gringo…’. Grande fue Barrantes. Luego se acerca a los jardines.
–¿Sabes que es esto?– me pregunta mostrándome una pequeña planta.
–No.
–Ya sabía.
–Don Fico, la novedad.
–Un ratito. Esto es una planta de algodón de colores que los incas lo cultivaban hace mucho tiempo. Yo he conseguido la semilla y ahora está aquí como una muestra, también, de nuestra cultural ancestral. Los que conocen de algodones se sorprenden de esta planta.
–¿Y la novedad?
–Vamos.
Futuro bulevar
Salimos de La Casona. El sol hace de las suyas y don Fico está emocionado. Extiende sus manos y señala de esquina a esquina el parque enrejado frente a La Casona. Luego dice: Todo lo que usted ve aquí, ahora ha pasado a la administración del Centro Cultural y, gracias a la disposición del rector de San Marcos, pronto, muy pronto, esto será un hermoso bulevar de la cultura. Todo este parque, desde el jirón Azángaro hasta la avenida Abancay, se convertirá en el punto de encuentro de la cultura. De alguna manera ya lo es; pero será mucho mejor.
(Buena novedad. Si don Fico lo dice, hay que creerle).
–Ah, hay otra novedad. Nosotros hemos publicado el libro Poder Mediático en el 2008 y fue un gran éxito y en el mes de abril de este año lanzaremos un libro de dos mil páginas con las principales obras de 17 pensadores del país.
–Está haciendo su revolución cultural– digo.
Don Fico se ríe y agrega:
–Usted no se imagina la cantidad de personas que ahora visitan La Casona y todos (alumnos, turistas y el público en general) cuidan las instalaciones como si fuese su casa. Es increíble. Pero todavía hay mucho por hacer.